Muchos de nosotros vivimos con rejas, las sentimos pero no las vemos porque son invisibles. Estas rejas son nuestras creencias, nuestros juicios y opiniones, y sobre todo lo que nosotros pensamos de nosotros mismos. En el preciso instante que decidimos tomar conciencia de quiénes somos, dichas rejas se abren y nos damos cuenta que somos libres y que siempre lo hemos sido. Así logramos escapar de la prisión que nosotros mismos hemos creado.
Nos han dicho que somos seres humanos y nos lo hemos creído. Si pensamos que somos seres indefensos y sin ningún poder, eso es lo que vamos a manifestar en la vida. Somos los reyes de nuestro propio imperio y podemos construir y manifestar todo lo que nos propagamos en nuestras vidas. No depende de nadie más que nosotros.
Todos somos hijos de Dios y hemos sido creados a su semejanza. Somos creadores. ¿Cómo creamos?. Con nuestros pensamientos. Es así de sencillo.
"Hagamos de cuenta que somos seres iluminados. Hagamos de cuenta que somos amados por Dios. hagamos de cuenta que somos perfectos tal como somos. Respiramos profundamente y aspiremos a aquello que es verdad. Sólo entones todo tendrá sentido. Es necesario saber que uno aspira a la realidad, la verdad. Construye tu vida fundamentándola en esta verdad. Si aspiramos a aquello que es verdadero, la verdad es automáticamente atraída a nuestras vidas".
¿Quién soy?. Esa es la única pregunta que debemos hacernos en la vida. El descubrir nuestra verdadera esencia e identidad es la razón de nuestra existencia y debería ser nuestra única preocupación, nuestra única meta. Es muy importante descubrir quienes somos.
En el libro La Enseñanza de Buda dice: "Aunque un hombre conquiste a miles de hombres en los campos de batalla, sólo aquel que se conquiste a si mismo ganará su batalla".
Aquí les dejo un pequeño y hermoso cuento:
Había una vez, en algún lugar que podría ser cualquier lugar, y e un tiempo que podría ser cualquier tiempo, un hermoso jardín, con unos manzanos, naranjos, perales, bellísimos rosales, todos ellos felices y satisfecho. Todo era alegría en el jardín, excepto por un árbol profundamente triste. El pobre tenía un problema: ¡No sabía quién era!.
"Lo que le faltaba es concentración", le decía el manzano. "Si realmente lo intentas, podrás tener sabrosísimas manzanas. Ve qué fácil es".
"No lo escuches", exigía el rosal. "Es mas sencillo tener rosas, y ¡ve que bellas son !". Y el árbol desesperado, intentaba todo lo que le sugerían, y como no lograba ser como los demás, se sentía cada vez más frustrado.
un día llego al jardín el búho, la más sabia de las aves, y al ver la desesperación del árbol, exclamó: "No te preocupes. Tu problema no es tan grave. ¡Es el mismo de muchísimos seres sobre la tierra!. Yo te daré la solución: "No dediques tu vida a ser lo que los demás quieran que seas. Sé tu mimo. Conócete, y para lograrlo, escucha tu voz interior". Y dicho esto, el búho desapareció.
¿Mi voz interior?. ¿Ser yo mismo?. ¿Conocerme?. Se preguntaba el árbol desesperado, cuando de pronto comprendió. Cerrando los oídos, abrió el corazón, y por fin pudo escuchar su voz interior diciéndole: ""Tú jamás darás manzanas por que no eres un manzano. ni florecerás cada primavera por que no eres un rosal. Eres un roble, y tu destino es crecer grande y majestuoso. ¡Estás aquí para dar cobijo a las aves, sombre a los viajeros, belleza al paisaje!. ¡Tienes una misión!. ¡Cúmplela!". Y el árbol se sintió fuerte y seguro de si mismo y se dispuso a hacer todo aquello para lo cual estaba destinado. Así pronto llenó su espacio y fue admirado y respetado por todos. Y sólo entonces el jardín fue completamente feliz.
¿Cuántos de ustedes serán robles que no se permiten a si mismos crecer?. ¿Cuántos son rosales que, por miedo al reto, sólo dan espinas?. ¿Cuántos naranjos hay que no saben florecer?. En la vida todos tenemos un destino que cumplir, un espacio que llenar. No permitamos que nada nos impida conocer y compartir la maravillosa esencia de nuestro ser.
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